Es raro como el universo hace que las cosas encajen perfectamente, piensa mientras se detiene al dejar pasar a una pareja con una niñita por el espacio entre el árbol y la pared. La niña le sonríe y ella le devuelve el saludo, y al avanzar algo en la pared a su derecha le llama la atención.
Hay veces que el universo hace que las piezas encajen, pero se olvida de darles ese último empujón.
Una lágrima cae de su ojo derecho y le sala la sonrisa.
qué..?
Se inmoviliza frente a esa pared más tiempo del que cree necesario, a propósito, pero casi involuntariamente.. lleva sus manos a la boca y esconde el asombro de la parte inferior de su rostro. Se queda ahí, intentando no salir volando en el tornado que pasa por su cabeza.
Se detiene ahí, justo ahí, el tiempo suficiente como para que el universo lo sitúe a él, por la acera de enfrente, y lo haga recordar aquella noche años atrás, cuando le dejó un mensaje a su yo futuro y a algún extraño en agonía. Entonces la ve. Desde lejos, iluminada de a momentos por las sombras de las hojas y de a momentos por el komorebi* del temprano otoño.
Él quiere acercarse a ella se sacude el pasado de encima con un movimiento de la cabeza. Se pregunta si éste la acompañará o si se va a quedar ahí contemplando la pared para siempre.
A través de las manchas que dejan los autos al pasar entre ellos, él la ve seguir adelante y a su vez, la ve quedarse ahí. Pero no quiere, po más tentador que suene, ser parte de su perfecto pasado, y entonces corre, cruza la calle, la llama por su nombre.
El universo termina la canción de los oidos de ella y siente una mano que no contrasta con la suya.
Pensé que no debía mirar atrás, ella dice
Nunca más, le contesta él y se adelanta calle arriba guiándola de la mano.
Se desliza de su bolsillo un billete que ella garabateó algún día
Today your love, Tomorrow the world.
*sunlight that filters through the leaves of trees